martes, 22 de mayo de 2012

DE INAUGURACIONES, CRISIS Y CANAPES


Causaría risa si no fuera penoso. 
Hace unos días a la taurina hora de las  cinco de la tarde, en la localidad ribagorzana de Perarrúa se  inauguró la intubación de un tramo de una acequia. Allí acudieron casi todos los alcaldes de la zona; el diputado provincial correspondiente, un director general del mismo partido, el presidente de la Comarca.....etc, etc. 
En el acto medio centenar de comparsas, sin sueldo pero con derecho a canapé. Se aplaudió, como en las viejas claques franquistas, los interminables discursos, previos al papeo y al vino español que ofrecieron estos políticos que no se han enterado aún que en este país hay gente que empieza a considerar estos actos una falta de ética y de estética. El alcalde estuvo acertado, breve, dijo lo que es esperable de un alcalde, no así la pléyade de visitantes que en ningún momento hablaron de la gente (algo más de cien vecinos en todo el municipio) ni de sus necesidades, o del futuro del pueblo. Unos y otros se pasaron la pelota en una manifestación interminable de autobombo ante el que los escasos vecinos, eran nada más que meros convidados, no de piedra sino de canapé.
El dinero para mejorar esta acequia, lo consiguen ellos, los políticos provinciales, gracias a que representan  instituciones remuneradoras, sólidas y comprensivas con el bienestar de los pobrecitos ciudadanos; dijeron y repitieron. Así que ellos, que defienden esas instituciones, diputaciones, ayuntamientos y comarcas, no están dispuestos a permitir que ninguna de ellas desaparezca ni que se ponga en cuestión su eficacia y necesidad. También dijo el director general que se tenía que cumplir el pacto del agua y, naturalmente, las obras que allí se pactaron. Claro que siendo Santaliestra una de las obras incluidas en este pacto del Agua de Aragón, ¿quiso decir, el preboste, que también habría que llevar a cabo esta obra en el futuro, después del sufrimiento que acarreó a la comarca?.
Estos actos, más propios de una revista de humor que lo que es deseable para una tarde primaveral, son manifestaciones de electoralismo permanente, de desprecio, de despotismo rural y de servidumbre que tienen más que ver con el siglo XIX que con una sociedad moderna.
Después de la que está cayendo, con un país en la ruina económica, moral y política, y una ciudadanía que se ha manifestado harta de unos políticos que no representan más que a sus partidos, cabría esperar un poco más de inteligencia.
Es este abuso del ejercicio del poder lo que la ciudadanía de este país señala como uno de los problemas principales que le aquejan, que sigue activo sin que haya decaído un ápice, a pesar de todo. Y seguirá activo mientras la “clase política” siga invadiendo el terreno que la sociedad civil necesita para sentirse libre. En el escenario de estos pueblos diezmados por la despoblación es donde se hace más patente la farsa política que mejor estaría sobre las tablas de un teatro que en la hermosa tarde ribagorzana.