El día caluroso, el bosque amable y la compañía inigualable. Mª José Chesa nos ha abierto el minusculo e interesantisimo mundo de los liquenes.
No hemos llegado a Soperún porque el día aconsejaba un paseo por las cortezas de los arboles, la mirada puesto en lo minusculo y la comi-da/bebida compartida.
No ha faltado la foto reinvindicativa ni los planes de futuro y así hemos consumido una mañana fecunda de naturaleza y conversación.
Lugar apropiado para un solsticio de verano, viejos robles agredidos, en otro tiempo por los desaprensivos que nunca faltan y viejos dolmenes que nos hablan de hombres y tiempo, de lunas y amaneceres.