La actualidad informativa del COVID-19 está viviendo
en las instalaciones cárnicas de Binéfar un episodio que sería peligroso no
reconocer y pasar página dejando que los acontecimientos sigan su curso sin
entrar a fondo en lo que es uno de los casos más graves de posible contagio,
dadas las características de las instalaciones y la práctica empresarial que las
gestiona.
Sin entrar específicamente en una realidad sindical
con la que, por otro lado, estamos en buena medida, de acuerdo, nos gustaría
transmitir la necesidad de que la situación sanitaria de los trabajadores, en
todos los aspectos, sea suficientemente analizada.
La militancia en la “ecología social” nos hace vivir
un equilibrio complejo entre “una organización ecologista modulada por la
preocupación social” o una “organización social preocupada por el ecologismo”.
Desgraciadamente, da la sensación de que una vez que ya se ha realizado un
proyecto abiertamente criticable social y medioambientalmente, la postura puede
cambiar sustancialmente en función de la repercusión que pueda tener en el
territorio desde el punto de vista humano. Así lo que antes era “malísimo” pasa
a ser sólo “malo” y después acaba por ser tolerable bajo el epígrafe de “es lo
que hay”.
Desde este grupo de Ecologistas en Acción no hemos
querido exigir una paralización de la actividad de los dos mataderos, aun
cuando en rigor, eso es lo que ha hecho la mayor parte del país para poner
freno a esta pandemia que, de una u otra forma tiene mucho que ver con el
modelo de vida que la humanidad está imprimiendo al planeta.
Por primera vez, los sistemas de producción han
tenido que detenerse por una causa de salud colectiva y ahora surge la duda de
cómo se va a poner en marcha el sistema económico e incluso, si no será la
salud del propio sistema la que está profundamente afectada, no por la
infección de un virus, sino por su propia evolución como modelo de ganancia
desmedida que periódicamente infla burbujas que enriquecen a unos pocos y que,
más o menos tarde, estallan, salpicando de pobreza a otros muchos.
La ganadería industrial aragonesa es el fiel reflejo
de un modelo económico que busca el mayor rendimiento al menor coste. Ese
ideario viene determinando una precarización laboral con el grave peligro de
llevar a los trabajadores a un empobrecimiento material y a la sociedad a un
espíritu excluyente.
Nada nos gustaría más que los casos de contagio
detectados en Binéfar no tuvieran mayor repercusión en la salud de los
trabajadores y de sus familias. No obstante, creemos que el principio de
cautela debe aplicarse siempre y con mucho más rigor en tiempos de pandemia.
Los empresarios de los mataderos son los principales
responsables de la salud de los trabajadores y tanto los servicios de
prevención de la empresa como los órganos de la administración encargados de la
inspección y supervisión del cumplimiento de las normas de salud y seguridad
laboral, deben extremar su atención habida cuenta del peligro que la
acumulación de población supone en plena pandemia.
Es preciso que el Servicio de Salud investigue las
cadenas de contagio originadas en los mataderos de Binéfar e indispensable
saber cuántas personas han resultado infectadas en las localidades próximas.
De igual modo, sería un grave error que no se
investigaran minuciosamente las denuncias que pueda haber sobre la falta de
medidas de seguridad en las instalaciones y depurar las responsabilidades que
se pudieran derivar. Ninguna empresa y los mataderos de Binéfar tampoco, puede
anteponer sus objetivos empresariales por encima de todo, incluido el riesgo
para la salud pública.
La repercusión en los medios de comunicación es
también digna de interés. El comunicado de denuncia ha sido contestado sin
publicarlo, apoyándose en el único dato cierto que favorecía a la empresa y al
gobierno. Insistir en que actualmente los enfermos con coronavirus activo, y
por tanto positivos en PCR eran pocos, ignorando que alrededor de un tercio de
la plantilla dio positivo en el test de anticuerpos, es decir habían tenido la
enfermedad y se la habían contagiado a familiares y vecinos, lo que hace de
Binéfar una de las zonas de Aragón con mayor índice de contagios. Teniendo en
cuenta que el índice inicial de contagios era de 3 por enfermo, nos podemos
hacer una idea del problema, que no se acaba diciendo que actualmente solo son
40 los trabajadores de los mataderos con el virus activo y que, ahora sí, están
confinados.
Por otro lado, nos parece preocupante la asimetría
con que el Gobierno de Aragón atiende la realidad empresarial aragonesa.
Mientras algunas iniciativas económicas, de dudosa reputación internacional,
parecen tener una alfombra roja para su instalación, otras actividades locales
del sector primario languidecen víctimas de un mercado desregulado. Desde la
comarca de Ribagorza, Ecologistas en Acción muestra su desacuerdo con la
política de ayudas y de Proyectos de Interés General de Aragón con que son
primadas algunas iniciativas en contra del resto de tejido emprendedor
aragonés.
Manifestamos en su momento y seguimos considerando
ahora un grave error que, sin estudios ni medidas correctoras para evitar la
amenaza medioambiental, con el problema de la gestión de los purines y con la
contaminación de acuíferos, se haya apoyado la proliferación y concentración en
la provincia de Huesca de instalaciones de ganadería industrial, en especial de
porcino. Este modelo económico basado en el oportunismo de un mercado agresivo,
no vertebra el territorio e implanta una inadmisible precariedad laboral.
Tal como dice Naomi Klein: .....Lo normal es mortal. La ‘normalidad’ es una inmensa crisis. Necesitamos catalizar una transformación masiva hacia una economía basada en la protección de la vida
https://www.informa-tico.com/5-05-2020/naomi-klein-elites-utilizan-crisis-covid-19-avanzar-su-excluyente-hoja-ruta
https://www.ecoticias.com/sostenibilidad/201659/pecado-capital-salvar-grandes-empresas-contaminan-dinero-todos#.XrMlmWapSXM.facebook