lunes, 12 de julio de 2021

RIBAGORZA, NORTE Y SUR

No hay que ser ni muy perspicaz ni muy crítico para percibir una Ribagorza a dos velocidades. Es esta una comarca asimétrica en la distribución del dinero de las instituciones y claramente escorada hacia la parte de su geografía en la que abundan los intereses de determinadas empresas o personas.

Eso se aprecia por ejemplo en el acceso a la Puebla de Fantoba y al tratamiento de su excepcional patrimonio si lo comparamos con otros núcleos ribagorzanos con muchísima menos población pero con unos intereses manifiestos en proyectos de un pretendido interés general determinado por quien, casualidades de la vida, tiene interés personal en esos proyectos.
Torre de Fantoba, un lugar de sueño con un acceso de pesadilla
Los medios de comunicación locales que reciben con alegría la finalización del  acceso a este núcleo de 110 habitantes, no parecen recordar que hace más de 20 que empezaron las obras. No reflejan que, frente al millón largo de euros que va a gastarse la Diputación de Huesca en el acceso a las nuevas pistas de Cerler por Fonchanina revestido, con todo cinismo, en que el acceso es para su único habitante, los vecinos de La Puebla de Fantoba llevan más de 20 años con un acceso defectuoso que siempre ha tenido un firme precario a la espera de la terminación del trazado para tener una capa de rodadura adecuada. Lo mismo se podría pensar de la carretera de Espés con todas sus irregularidades que se convierte en un sumidero más de fondos públicos mientras otras antiguas iniciativas, como el plan de 2005 para revitalizar el entorno de la Torre de Fantoba y financiado por fondos europeos, duerme el sueño de las injusticias. 

Los medios locales tampoco reflejan el pésimo estado del acceso a este histórico enclave que iba a tener un centro astronómico como dinamizador cultural y económico que se deteriora día a día ante la pasividad de su ayuntamiento, de su comarca y de su diputación. 

Las estrellas siguen esperando, vestidas de noche, a que algún consistorio grausino mire al horizonte de un desarrollo endógeno más allá del porcino y sus nitratos. No habría que olvidar que el acceso a la torre de Fantoba lo es también a toda la zona de Güel que completa un rico patrimonio artístico y natural y que podría ser un evidente atractivo que enlazara el ríco legado medieval que discurre entre el Isábena y el Ésera. 

Desgraciadamente alguien, dejaremos que el lector les ponga nombre, ha decidido que la comarca limita al norte con la nieve y al sur con la ganadería industrial. Buscar la armonía y la posibilidad de convivencia entre todas las posibilidades de desarrollo comarcal, incluidas las citadas, es demasiado complejo para mentes incapaces de hacer nada más que repetir lo que siempre se ha hecho. 

La emergencia climática y los cambios que la actualidad nos trae un día si y otro también, necesitan una gestión de recursos e iniciativas que pese a todos los programas electorales, todavía no se atisban en Ribagorza. 

Para empezar no estaría mal descolgar esa pancarta que engaña a los viajeros que sufren el paso por Graus camino de sus quimeras, con un túnel que solo se puede taladrar en la imaginación de algún nostálgico de pasadas promesas y colocar otra que haga mención a una obra mucho más viable y que haría más amable la travesía de Graus a los que viajan y a los vecinos que tienen derecho a vivir cada rincón de su pueblo con todas las garantías de seguridad y confort.