MULARROYA Y CASTANESA. LA POLÍTICA DE HECHOS CONSUMADOS |
El levantamiento de las actas de ocupación de los
terrenos del valle de Castanesa necesarios para continuar la sinrazón que
supone la ampliación de las pistas de esquí de Cerler, puede suponer un episodio
más de la “política de hechos consumados” que el cuatripartito del Gobierno de
Aragón ha configurado como costumbre en su forma de gestión.
Ante la sorpresa de una parte de la población, demasiado
pequeña para que su voto pueda repercutir efectivamente en ese cambio de modelo al que todos los candidatos invocan en campaña electoral, se repite en las
cumbres de Castanesa lo que ya se hizo en Mularroya. Bien es cierto que a otra significativa parte de la población aragonesa, no
parece importarle ni Mularroya, ni Castanesa ni el tren convencional ni nada
que esté a dos palmos de su mascarilla. Se diría que el baño de mezquindad,
zafiedad y mentira a que nuestra clase política nos va acostumbrando poco a
poco y nuestros medios de comunicación expanden a los cuatro vientos, cala como una fina neblina de
amanecer hasta configurar la sociedad acrítica y acomodada al relato de la
realidad que menos altere su comodidad, que tenemos tanto en la España llena como en la vacía.
Ni las sucesivas sentencias de la Audiencia Nacional, en el
caso de Mularroya, ni el hecho de la judicialización pendiente en el caso de
Castanesa, son suficientes argumentos para que un gobierno de “izquierda
presunta”, adopte un mínimo principio de cautela que obligue a una ralentización
de las obras en litigio, a la espera de que las iniciativas empresariales
de unos y las reivindicaciones de otros, puedan armonizarse tal como sería de esperar en
un estado de derecho.
En estos, como en otros muchos casos que se dan en Aragón pesa, como una gran losa sobre su ejecutivo, la voluntad y los intereses de los grupos
empresariales que, desde la agricultura industrial, el turismo de nieve o la
especulación urbanística, ven en el medio natural y en sus recursos una fuente
de ingresos a corto plazo a la que no están dispuestos a renunciar así lo exija
el cambio climático, la pérdida de la biodiversidad, la transición energética o
el sursum corda. Con un poco de habilidad gramatical, “DESARROLLO SOSTENIBLE”
se convertirá en la falacia que lo sostiene todo y los partidos en minoría de
ese insostenible ejecutivo aceptarán la renuncia a sus principios a poco que
una nueva oleada de palabras vacías y “romanzas de tenores huecos” puedan
convencer a su cansada clientela de que son el elemento necesario para un
equilibrio político que, hace años se anuncia pero que no acaba de llegar.
Faltan voces que digan y oídos que escuchen que la convivencia social no se puede regir por las reglas del mercado. Resulta especialmente triste que precisamente sean nuestros poderes públicos quienes se salten a la torera las sentencias de los tribunales, el buen juicio de los científicos o las peticiones de la gente y, por la vía de los hechos consumados, determinan la escala de prioridades a que deberán ceñirse los aragoneses de mejor o peor grado.
Este video grabado en Castanesa da un claro testimonio de las prácticas del Gobierno de Aragón y de ARAMON en el proceso de expropiación del que venimos hablando en las últimas entradas de este blog.