Dado que los profesionales de la información parecen encauzar el pensamiento colectivo en una sola dirección, parece necesario que surjan otros medios de difusión que den cabida a un pensamiento alternativo o, al menos complementario, que ayude a discernir entre las vaguedades y medias verdades que conforman eso que se ha dado en llamar “discurso dominante”.
Estas cosas ya las estudió Michel Foucault que explicó muy bien el hecho de que en una sociedad son pocas las personas que tienen la “autoridad”. Aquellos que tienen poder, de forma más o menos visible, se afianzan sobre el resto de los miembros de la sociedad. Así, una buena parte de ello se ven forzados a adoptar las acciones y el lenguaje de quienes están en el poder.
El discurso dominante puede llegar a estar tan arraigado en una sociedad que nadie desafía la norma y sin ese desafío, pocas ideas nuevas se incorporan a la corriente principal y la sociedad se estanca y olvida el progreso. Ya se encargará el redactor del discurso de que la idea de progreso llegue a confundirse con un “crecimiento” inevitable y estancado en las formas que pudieron ser de éxito del pasado.
Esto parece suceder con varias actuaciones del gobierno aragonés. Podríamos citar como ejemplo, su indefinición ante la implantación de las energías renovables o el crecimiento desmesurado de la ganadería industrial. A pesar de las evidencias cotidianas que la ciencia pueda aportar para cambiar la forma de gestionar estas difíciles cuestiones, parece pesar más el interés de quienes dictan el “discurso dominante” y la inercia ante el cambio. En ese momento se produce un perverso matrimonio entre la voluntad de que nada cambia del poderoso con el miedo a lo nuevo de una buena parte de la sociedad que aspira a no perder su espacio de confort.
Otro ejemplo de este binomio “discurso dominante-miedo al cambio” lo tenemos en el proyecto de conexión de las estaciones de esquí del pirineo occidental que avala decididamente el Gobierno de Aragón argumentando con el mismo convencimiento que hace unos años empleó en “GRAN SCALA” la bondad de estos proyectos que, de llevarse a término, no van a ser nada más que otra deriva de fondos públicos a las empresas que sustentan la red clientelar de los partidos políticos y de los medios de comunicación que modulan el “discurso dominante”.
Resulta absolutamente sorprendente que el Departamento de Industria, Competitividad y Desarrollo Empresarial justifique la sostenibilidad ambiental del proyecto de las estaciones de esquí de los valles del Aragón y Tena y que piense destinar a ello parte de los fondos para la recuperación y resiliencia de la Unión Europea que deberían ayuda al conjunto de la Comunidad Autónoma.
Bien es cierto que, después de ver el proceder del ejecutivo aragonés en el valle de Castanesa y como se dilapida el dinero público en beneficio de la empresa privada, poca confianza cabe albergar. Tan solo queda la esperanza del ejercicio de librepensamiento y del cuestionamiento de los viejos modelos que puedan deshacer las fibras del anticuado y polvoriento tapiz del discurso dominante.