Con respecto a la Ampliación de la Estación de Cerler por Castanesa, la prensa refleja las visiones que la actualidad va mostrando.
De un lado, quienes defienden la explotación turística de la nieve como único motor de desarrollo y de otro quienes contextualizan este proyecto en la realidad climática y social que se impone.
La mayor parte de los grupos políticos de la comarca de Ribagorza siguen apostando por un modelo continuista de desarrollo y alientan ideas que ya el tiempo ha abandonado, como el túnel de Benasque-Luchon o la pervivencia del esquí sin nieve.
Para otra buena parte de la sociedad ribagorzana y aragonesa ese modelo de pensar la comarca pertenece a un pasado que se mostró incapaz de retener a la población y que afianzó la riqueza de forma desequilibrada entre sus pobladores.
En el caso de Castanesa cabe preguntarse si, como escribe Pedro Arrojo en el Periódico de Aragon:
¿No sería razonable que la DGA atendiera la demanda de revisar, cuando menos, la DIA tomando en consideración las previsiones antes explicadas del cambio climático?
¿No sería razonable que, en la antesala de la crisis económica que se anuncia, la DGA hiciera una valoración del riesgo que supone seguir invirtiendo en ese proyecto, sin tener aprobado Plan Urbanístico alguno, y bajo la perspectiva del nuevo colapso inmobiliario que esa crisis producirá?
¿O debería la DGA gastar el dinero de todos y todas en proteger las espaldas de Ibercaja que, hoy es un banco privado, en su retirada de ARAMON, para que pierda lo menos posible?.
La concialización entre estos opuestos no parece fácil de no ser que la sociedad civil ejerza su sentido crítico y caiga en la cuenta de que cuando se hacen las mismas cosas y se usan las mismas herramientas es imposible que el producto obtenido sea distinto.
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