viernes, 25 de septiembre de 2020

EL RINCÓN DE PENSAR.1

Dicen que en tiempos de zozobra es bueno volver la mirada a los clásicos. En el caso de la Ecología Social que es el eje ideológico de este grupo ecologista colgado del tiempo y del mapa de Ribagorza, sin duda Murray Bookchin (M.B.) es el objetivo y el referente por excelencia. Una de sus principales contribuciones, a principios de los años 60 al pensamiento de la izquierda, fue su firme convicción de que todos los problemas ecológicos son problemas sociales.

La ecología social parte de esta premisa. Nunca abordaremos adecuadamente el cambio climático, el envenenamiento de la tierra y el agua y la infinidad de agresiones que alteran cada vez más la estabilidad ecológica del planeta, hasta que abordemos los problemas subyacentes de jerarquía, poder y dominación. La dominación, hoy como siempre, se basa en el origen étnico, la raza, la orientación sexual, el género y, englobándolas todas, las distinciones de clase. En el fondo cualquier discriminación es un miedo “al pobre” ante el miedo a que nuestra conciencia sea interpelada por la distribución de una riqueza en la que de una u otra forma, somos partícipes. Esta afirmación, que se percibe en cualquier grupo social no es una excepción en nuestra comarca.

En el libro “La próxima revolución”, de recomendable lectura,se valora cómo desterrar estas formas de opresión y plantea organizar la sociedad desde una verdadera libertad. Las asambleas populares referidas en el pensamiento de M.B. surgen naturalmente de la filosofía de la ecología social. El texto aborda la cuestión de cómo avanzar en el cambio de paradigma que tenderá hacia la verdadera libertad de las personas y hacia una organización social para vivir en armonía entre sí y con la naturaleza.

Después de 30 años dentro de la tradición anarquista, M. B. sintió que el anarquismo no abordaba adecuadamente la cuestión del poder y la organización política y abogó por una filosofía social democrática de base localizada, a la que llamó comunalismo.

Llegados al quinto párrafo, ya toca mirar al suelo que pisamos y pensar en qué medida la Ecología Social puede aportar algo al áspero panorama social de Ribagorza. Somos una sucursal más del modelo neoliberal triunfante en occidente y por muchos cambios climáticos o pandemias que nos caigan encima, la conciencia por una relación en armonía entre el ser humano y la naturaleza es, cada vez más, un mero cliché e incluso puede ser la trampa argumental de un cambio tan difundido como inexistente que desarticule un proceso de verdadera crítica social en una atmosfera pintada de verde.

Tal vez, antes de entrar a criticar la expansión de la energía renovable en el T.M. de Graus, la ganadería industrial en la baja Ribagorza o el modelo de desarrollo turístico en la alta, es preciso hacer preguntas sobre el esquema social y político que justifica y posibilita un modelo explotador del paisaje y del paisanaje.

Siguiendo a Bookchin, el municipio debería ser la única entidad de gestión y de decisión desde la idea de una democracia directa. Por el contrario, lo que nos encontramos es una pirámide de jerarquía en la que una parte de la población construye su personal proyecto político/profesional mientras el resto asume como natural que la representatividad democrática produzca una nueva casta social en la que no se acaba de creer del todo pero que se tolera porque “es lo que hay”.  

Si las comarcas son entes supramunicipales destinados a la prestación de servicios, cabría preguntarse para qué sirven las diputaciones. El tiempo ha ido superponiendo formas de organización a la medida de los partidos políticos que no resistirían ni una sencilla evaluación de eficacia ni el más sencillo balance coste-beneficio. Curiosamente la capacidad de repartir fondos públicos a criterio de la casta en vez de generar una crítica al procedimiento ha generado su aceptación y la identificación con esa casta para recibir su favor. ¿Se tratará de una pleitesía post-moderna aun por estudiar?

Esto viene siendo así desde la instauración el régimen del 78 que, junto a innegables bondades, desarticuló la posibilidad de una sociedad civil estructurada y convirtió el voto cuatrienal en un cheque en blanco a sus representantes. En el caso de Ribagorza además, la trazabilidad de esos representantes muestra la consolidación de la misma red clientelar por la que se viene rigiendo la comarca desde los tiempos en que, en el valle de Castanesa, se criaban los animales de tiro y de carga para toda la provincia.

Al esquema establecido por los partidos del 78 se ha sumado partidos emergentes. Algún lector puede que recuerde que Chunta Aragonesista en un lejano 1999, entró en la DPH para vaciarla de contenido y trabajar por una estructura comarcal. Más recientemente, las nuevas formas de hacer política, “EN COMÚN” o "PODEMOS" producto, se decía, de la indignación de las plazas, contienen sus ansias de cambio y acompañan con mayor o menor agrado el esquema social tradicionalmente establecido. Seguro que todos los lectores tienen criterio propio para evaluar estás situaciones. No seremos nosotros quienes determinen carriles preferentes de pensamiento.

En este desalentador escenario social y político en donde algunos ya aventuran quien va a ser el próximo presidente de la diputación o la próxima presidenta comarcal, no tenemos más alternativa que recordar a quien nos quiera escuchar que hacer frente a la crisis sin precedentes en la que nos encontramos pasa por pensar y repensar el modelo social que nos ha traído hasta aquí.

Para leer un poco más:

https://rojavaazadimadrid.files.wordpress.com/2015/04/murray-bookchin-comunalismo-naturaleza-y-libertad.pdf

https://www.ecologistasenaccion.org/wp-content/uploads/2020/07/propuestas-poscovid-castellano.pdf