Dicen que en tiempos de zozobra es bueno volver la mirada a los clásicos. En el caso de la Ecología Social que es el eje ideológico de este grupo ecologista colgado del tiempo y del mapa de Ribagorza, sin duda Murray Bookchin (M.B.) es el objetivo y el referente por excelencia. Una de sus principales
contribuciones, a principios de los años 60 al pensamiento de la izquierda, fue
su firme convicción de que todos los problemas ecológicos son problemas
sociales.
La ecología social parte de esta premisa. Nunca abordaremos adecuadamente el cambio climático, el envenenamiento de la tierra y el agua y la infinidad de agresiones que alteran cada vez más la estabilidad ecológica del planeta, hasta que abordemos los problemas subyacentes de jerarquía, poder y dominación. La dominación, hoy como siempre, se basa en el origen étnico, la raza, la orientación sexual, el género y, englobándolas todas, las distinciones de clase. En el fondo cualquier discriminación es un miedo “al pobre” ante el miedo a que nuestra conciencia sea interpelada por la distribución de una riqueza en la que de una u otra forma, somos partícipes. Esta afirmación, que se percibe en cualquier grupo social no es una excepción en nuestra comarca.
En el libro “La próxima revolución”, de recomendable lectura,se valora cómo desterrar estas formas de opresión y plantea organizar la sociedad desde una verdadera libertad. Las asambleas populares referidas en el
pensamiento de M.B. surgen naturalmente de la filosofía de la ecología social. El
texto aborda la cuestión de cómo avanzar en el cambio de paradigma que tenderá
hacia la verdadera libertad de las personas y hacia una organización social para
vivir en armonía entre sí y con la naturaleza.
Después de 30 años dentro de la tradición anarquista, M. B. sintió
que el anarquismo no abordaba adecuadamente la cuestión del poder y la
organización política y abogó por una filosofía social democrática de base
localizada, a la que llamó comunalismo.
Llegados al quinto párrafo, ya toca mirar al suelo que
pisamos y pensar en qué medida la Ecología Social puede aportar algo al áspero panorama social de Ribagorza. Somos una sucursal más del modelo neoliberal
triunfante en occidente y por muchos cambios climáticos o pandemias que nos
caigan encima, la conciencia por una relación en armonía entre el ser humano y
la naturaleza es, cada vez más, un mero cliché e incluso puede ser la trampa
argumental de un cambio tan difundido como inexistente que desarticule un
proceso de verdadera crítica social en una atmosfera pintada de verde.
Tal vez, antes de entrar a criticar la expansión de la
energía renovable en el T.M. de Graus, la ganadería industrial en la baja
Ribagorza o el modelo de desarrollo turístico en la alta, es preciso hacer
preguntas sobre el esquema social y político que justifica y posibilita un
modelo explotador del paisaje y del paisanaje.
Siguiendo a Bookchin, el municipio debería ser la única
entidad de gestión y de decisión desde la idea de una democracia directa. Por
el contrario, lo que nos encontramos es una pirámide de jerarquía en la que una
parte de la población construye su personal proyecto político/profesional
mientras el resto asume como natural que la representatividad democrática
produzca una nueva casta social en la que no se acaba de creer del todo pero
que se tolera porque “es lo que hay”.
Si las comarcas son entes supramunicipales destinados a la
prestación de servicios, cabría preguntarse para qué sirven las diputaciones. El
tiempo ha ido superponiendo formas de organización a la medida de los partidos
políticos que no resistirían ni una sencilla evaluación de eficacia ni el más
sencillo balance coste-beneficio. Curiosamente la capacidad de repartir fondos
públicos a criterio de la casta en vez de generar una crítica al procedimiento
ha generado su aceptación y la identificación con esa casta para recibir su
favor. ¿Se tratará de una pleitesía post-moderna aun por estudiar?
Esto viene siendo así desde la instauración el régimen del 78
que, junto a innegables bondades, desarticuló la posibilidad de una sociedad civil
estructurada y convirtió el voto cuatrienal en un cheque en blanco a sus
representantes. En el caso de Ribagorza además, la trazabilidad de esos representantes
muestra la consolidación de la misma red clientelar por la que se viene rigiendo
la comarca desde los tiempos en que, en el valle de Castanesa, se criaban los
animales de tiro y de carga para toda la provincia.
Al esquema establecido por los partidos del 78 se ha sumado partidos
emergentes. Algún lector puede que recuerde que Chunta Aragonesista en un lejano
1999, entró en la DPH para vaciarla de contenido y trabajar por una estructura comarcal.
Más recientemente, las nuevas formas de hacer política, “EN COMÚN” o "PODEMOS" producto, se decía, de la indignación de las plazas, contienen sus ansias de
cambio y acompañan con mayor o menor agrado el esquema social tradicionalmente
establecido. Seguro que todos los lectores tienen criterio propio para evaluar
estás situaciones. No seremos nosotros quienes determinen carriles preferentes
de pensamiento.
En este desalentador escenario social y político en donde
algunos ya aventuran quien va a ser el próximo presidente de la diputación o la
próxima presidenta comarcal, no tenemos más alternativa que recordar a quien
nos quiera escuchar que hacer frente a la crisis sin precedentes en la que nos
encontramos pasa por pensar y repensar el modelo social que nos ha traído hasta
aquí.
Para leer un poco más:
https://www.ecologistasenaccion.org/wp-content/uploads/2020/07/propuestas-poscovid-castellano.pdf