Las recientes movilizaciones automovilísticas en defensa de las comarcas pirenaicas tienen su cara y su envés.
Es plenamente comprensible que los sectores golpeados por
los efectos de la pandemia soliciten ayudas directas y/o estructurales de los fondos que el estado recibirá de la UE. Al mismo tiempo, es de esperar que
los representantes públicos de ayuntamientos y diputaciones que auspician
abiertamente estos actos, tengan hilo directo con el aparato del estado a
través de la propia estructura y de sus partidos políticos y desarrollen esa labor mediadora desde sus
respectivas responsabilidades.
Podemos coincidir plenamente que es necesaria una
planificación ejemplar a la hora de asignar los fondos de apoyo para asistir a
la ciudadanía y a las empresas en vista del importante impacto económico de la
pandemia de coronavirus. Sería una lástima que la ingente cantidad de dinero
público que se va a distribuir, fuera a parar, directa o indirectamente a las
cuentas de resultados de las grandes empresas de este país que, sin cacerolas
ni caravanas, a buen seguro, ya han puesto en marcha todo su glamour para resultar atractivas
en el proceso de reactivación del país.
Siguiendo el mismo razonamiento y por una cuestión de optimización de recursos, cabría pensar que, además de solicitar fondos
extraordinarios, cada administración reestructurará sus propios presupuestos
para hacer frente a la emergencia social, anteponiendo los
intereses de la ciudadanía (también los de los manifestantes motorizados) al
cumplimiento de unos objetivos que fueron definidos cuando el ataque del virus era solo
pensable en una serie de ciencia ficción.
Así se comporta también la Diputación Provincial de Huesca que,
con la misma naturalidad con que reclama junto a los motorizados manifestantes, ayuda
al sector turístico y de la nieve, aprueba el millón y pico de euros que va a
costar la carretera de Castanesa a Fonchanina que como ha dicho la alcaldesa de
Montanuy, nada tiene que ver con la futurible nueva estación de esquí y solo
servirá para el uso de sus habitantes. Bien es verdad que esta afirmación parece quedar desmentida por el propio Pleno de la DPH que tal como dice Radio Huesca:
Estamos seguros de que el único habitante de Fonchanina a quien, según su ayuntamiento va a beneficiar la millonaria inversión, estaría
mucho más satisfecho si ese dinero se destinara a paliar las graves afecciones a
que están sometidos los trabajadores del valle que en este mercado de reivindicaciones y cacerolas no pasan de ser una justificación social con la que tal vez se camuflen intereses de
grupos y personas a los que la emergencia social afecta muchísimo menos.
Los, posiblemente bien intencionados, manifestantes que estos días claman y reclaman por el desarrollo de la montaña, deberán tener precaución no vaya a ser que acaben apareciendo como los “cayetanos pirenaicos”. Seguro que si repasan bien las cuentas de ARAMON, por ejemplo, y leen un poco más allá de los titulares de la prensa aragonesa, serán capaces de gestionar con cordura el inmenso patrimonio natural y humano en el que vivimos.