sábado, 31 de julio de 2021

ECOLOGÍA, A LA BUSQUEDA DEL CONVENCIMIENTO

El esperpento en todas sus facetas y modalidades con que nos levantamos cada mañana, eclipsa otros aspectos de la convivencia y del funcionamiento cotidiano de la sociedad y pone en serio peligro las libertades, el respeto de las minorías y la creencia en el equilibrio entre todas las partes que deben tejer una democracia saludable.

Sufrimos un ejercicio de prestidigitación habilidoso en el que unos cuantos profesionales, auténticos trileros, de la actuación y el desatino, seducen a un público desilusionado y cada vez más entregados al espectáculo. Mientras, sin retroceder un solo paso, se afianza la Europa de los mercaderes y la España de los buhoneros.

La normalización del insulto, de la mentira y del despropósito, reduce la cultura de convivencia, traslada las normas del “reality show” a la cotidianidad y desdibuja los verdaderos problemas a los que nos deberíamos enfrentar como personas y como sociedad. 

En esa proyección de falsas realidades se asumen como verdades indiscutibles las energías renovables tal como las presenta el oligopolio eléctrico, la España vaciada tal como la proyectan los que la han vaciado, el modelo de desarrollo rural para el llano o para la montaña tal como lo explican quienes se ha estado beneficiando los últimos 40 años del dinero público que se ha invertido en el beneficio privado.

La fantasía de realidad voceada desde los medios de información deudores de quien les paga la publicidad que los sostiene, convence de que, en el estado de derecho que tenemos, existen sobradas garantías para que cada ciudadano pueda dirigirse a la administración competente, hacer sus aportaciones y litigar si siente sus derechos vulnerados. No explican estos medios que cada vez más, los proyectos e iniciativas de explotación son de tal calado que no hay grupo ecologista capaz de hacer frente a este ingente cúmulo y que la asimetría a la hora de plantear un contencioso es claramente desfavorable para el ciudadano y que, incluso cuando hay colectivos que reciben el refrendo de los tribunales, es práctica habitual que las empresas promotoras continúen con los proyectos a la espera del cansancio ecologista o de la sentencia última de un alto tribunal que, valorando el tiempo pasado y que el daño ya está hecho, se da por buena la ilegalidad reconocida tiempo atrás. 

La ilegalidad enterrada en hormigón

No hay que ver más que la situación del embalse de Mularroya, de las obras de la ampliación de Cerler por Castanesa o el más exótico caso del Algarrobico que lleva camino de convertirse en el icono de la burla de los gobiernos a la ciudadanía. 

No estaría de más conocer y valorar el comportamiento de la judicatura, de sus vinculaciones con los grupos de poder o la lucha partidista desatada en su seno que lastra poderosamente su imparcialidad e independencia. Sin retrotraernos al caso “Redondela” salpicado de apellidos ilustres y muertes ignoradas, se puede repasar un buen listado de incongruencias judiciales, como el reciente espectáculo sobre el toque de queda con motivo de la situación del covid-19 o las actuaciones con respecto a los  últimos casos de corrupción política.

Esta atmósfera imprime un sello de inseguridad en los colectivos ecologistas que, lejos de poder cumplir su misión de colaboradores en un sistema transparente acaban considerados como enemigos del gobierno que los presenta a la sociedad, como “enemigos del progreso” de acuerdo a un unívoco modelo de ese progreso que se superpone letra a letra con el discurso de los grupos empresariales a quienes se denuncia.

En Aragón el “Directorio” del PSOE aragonés flanqueado por una solida derecha de cachirulo cuatribarrado en la forma y rojigüaldo en el fondo y por una evanescente izquierda levemente tricolor, ejerce como representante de la oligarquía y actúa como facilitador para que las familias de siempre sigan haciendo lo que han hecho siempre que no es otra cosa que priorizar su negocio sobre cualquier otra realidad o servicio público.

En este estado de cosas se materializan una vez más, las palabras de Miguel de Unamuno al genocida Millan Astray. Una cosa es la victoria y otra el convencimiento porque la victoria suele acudir a quien tiene más fuerza, sean soldados, abogados del estado o secretarios generales de ordenación del territorio y el convencimiento responde a otras cualidades del ser humano de recorrido mucho más lento y de mayor exigencia racional. A quien desea sentirse cerca del victorioso nunca le faltarán esloganes y argumentos simplistas para erradicar de su mente cualquier crítica al sistema.

Los colectivos ecologistas, muy a su pesar, se enfrentan en la actualidad en dos frentes de combate de una inusitada violencia. Por un lado la difundida creencia de que la transparencia informativa y el acceso a la participación real están plenamente garantizados y por otro, el comportamiento de las administraciones que han aprendido a explotar esa simulación mientras han construido todo un entramado de organismos publico-privados ante los que se estrella la critica al modelo victorioso.

Pese a ello, también desde las líneas de este blog, haremos cuanto esté a nuestro alcance para hacer llegar a la gente, a toda la gente, el espíritu de la duda y de la crítica que consideramos que son dos herramientas de gran valor en una sociedad libre e igualitaria.