Algunas realidades sociales y medioambientales llevan con
nosotros tanto tiempo que parece que pierdan su consistencia para convertirse en
parte del paisaje y pasan a ser como la Peña del Morral o el puente de Abajo.
No deberíamos olvidar que, en alguna medida somos artífices y responsables de
ese paisaje. Es el ser humano quien decide qué estatua se pone abajo o cual
otra se restaura arriba o qué ordenamiento urbano es el más adecuado para la construcción
del paisaje humano.
Camino a Benabarre, cuando se pasa cerca de Pueyo de
Marguillen, nadie parece reparar ya en las torres de la línea de alta tensión
que empezó llamándose Aragón -Cazaril y que ha mudado de nombre cuantas veces lo
ha hecho el eterno proyecto de interconexión con Francia que, a pesar de que
las torres ya sean paisaje, sigue suponiendo una de las graves afecciones sobre
Ribagorza. Más aun ahora que lo ecológico cotiza al alza y que el oligopolio eléctrico
aprovecha para pintar de verde su eterno negocio de especulación energética. Con la cosa de la transición ecológica nos
llega otro elemento para estropear el paisaje y el paisanaje. Vendrán ecológicos
inversores que pagarán a 1000€ la hectárea por poner paneles solares y seguro
que algún político/a del régimen presume de experiencia pionera, de
vertebración del territorio o vaya usted a saber cual es la monserga del
momento. Lo cierto es que quien cobre la pasta estará feliz y el dueño del
campo de al lado, no tanto. Y además REESA, presumiendo de eficiente gestor, la
deberá transportar a Francia con sus 400 kilovoltios de color verde manzana.
Todo sigue, todo cambia,…. Son más de treinta años de lucha de unos y de ignorancia
de “los más”.
Un poco más arriba en la geografía comarcal, el ribagorzano medio asiste en una atmosfera de perfecta desinformación, al pelotazo urbanístico de Castanesa. Un proyecto de finales del pasado siglo que al final ha dejado
más de dos millones en manos de la alcaldesa/promotora del urbanismo a la carta,
una buena inyección de dinero (salido de las arcas de la CA) en manos de
algunos otros vecinos y un mosqueo generalizado en el resto. Ni siquiera los “pérfidos
ecologistas de ciudad” que no viven los lunes en la montaña saben si la
operación sirve para que IBERCAJA sanee sus cuentas para salir a bolsa en
condiciones competitivas o si ARAMON está pensando en convertir el grupo
empresarial en un atractivo paquete financiero susceptible de ser regentado
desde el lejano oriente. En cualquier caso, más de vente años de compra/venta
de ilusiones, campos de golf de humo y proyectos millonarios de Norman Foster.
En estos 20 ó 30 años, al mismo tiempo que la Línea de Alta
Tensión entraba y salía de los tribunales y la ampliación de Cerler menguaba sus
aspiraciones de ser la Marina D’Or ribagorzana, la ganadería industrial se ha extendido por toda la comarca. Lo que podría haber sido un
crecimiento razonable se ha convertido en una auténtica metástasis y en el
triunfo de un modelo de “explotación uberizada” que produce una renta
desigualmente repartida. Nuestras masas de agua han sufrido la contaminación
por nitratos hasta el punto que la administración ha distinguido al municipio
con el título de “zona vulnerable a la contaminación de las aguas de origen
agrario” y no será porque no llevemos más de 10 años intentando poner en marcha
una planta de tratamiento de purines en el epicentro del porcino ribagorzano
para resolver este problema que se acumula en nuestros acuíferos.
La planta de Capella de la que ya nos hemos ocupado en otras entradas de este blog, se construyó (junto a otras tres que tampoco funcionan) detrayendo su importe de los fondos que el Ministerio de Agricultura y Medio Ambiente transfirió a la DGA para la depuración de los núcleos de población de las cabeceras de los valles del Pirineo. Eran los comienzos del Plan Aragonés de Saneamiento y
Depuración y la malhadada colaboración público-privado debía haber sido la
garantía del gran negocio del que, como en el caso de Castanesa, solo unos
pocos sacaron tajada. De momento ahora tenemos mucho purín que depurar y una
planta que no depura a pesar de las bendiciones públicas recibidas en sus más
de 10 años de presencia en la actualidad comarcal.
A juicio de este grupo ecologista, estas tres realidades que
se empeñan en no abandonar la Ribagorza, son de un calado y repercusión tal que
bien deberían formar parte de nuestra preocupación cotidiana y ser tres de los
asuntos que ocuparan a la extensa nómina de munícipes de toda condición que
pueblan la Plaza Mayor de Graus. Por contra, el viajero que entra en Graus desde Barbastro lo primero que ve cuando tiene que pararse a esperar que se suba al coche el tranquilo grausino que acaba de comprar tabaco, es la reivindicación de un túnel de comunicación con Francia.
Vieja reivindicación que dio cierto lustre a los políticos emergentes en la transición pero que, a diferencia de las realidades anteriores, hace mucho que abandonó el universo de lo posible al mismo tiempo que aquellos se convertían en “cascanueces vacías”.
Podría ser un interesante tema de debate. De como algo que no
existe, que es inviable y sin ninguna posibilidad de materialización en el
momento actual tiene plena vigencia mientras la Linea de Alta Tensión, Castanesa
o el Porcino en todas sus facetas, son invisibles para los de fuera que no lo
ven y para los de dentro que no quieren verlo.
No nos sentimos inclinados a llevar el caso a 4º Milenio,
pero puede que sea una experiencia de manipulación genético/mental. Podría ser
que alguien cree una reivindicación imposible para que las que si son posibles
se esfumen en el imaginario colectivo y de paso el viajero que sufre la lenta travesía
de Graus camino de Benasque, se marche convencido de que es este un pueblo
reivindicativo que reclama una moderna conexión europea.
Tal como nos cuenta la Ecología Social, en un momento en el que se siguen sufriendo los efectos de la acumulación capitalista sobre la naturaleza y las personas, mantienen su vigencia las ideas de Murray Bookchin cuando hablaba de la búsqueda de maneras de actuar y transformar la sociedad. No
deberíamos echar al olvido un reparto más igualitario de la riqueza o una
producción descentralizada de materia y energía que nos haga avanzar, siquiera
un poquito, hacia una capacidad de decisión sobre nuestras vidas y nuestro
medio ambiente.
Aunque el Comunalismo no esté en la mente de ninguno de
nuestros representantes públicos, al menos deberíamos buscar la posibilidad de
distinguir, mediante un dialogo compartido y sin apriorismos, una pizca de lo
que de verdad pueda haber a nuestro alrededor. Sabemos que es difícil y que ni
los medios de comunicación ni el triste esperpento político que nos sirven en
la bandeja audiovisual juegan a nuestro favor, pero nadie ha dicho que vivir
fuera fácil.
Y para terminar recordemos que en 1912 Antonio Machado
escribía:
El casca-nueces-vacías,
Colón de cien vanidades,
vive de supercherías
que vende como verdades.
Proverbios y Cantares